Ubicados entre parques nacionales, los pequeños caficultores del Tolima viven a gran altura, cuidando su Arabica bajo la sombra de los árboles y la nubosidad con el mayor de los cuidados.

Detrás de ellos, los volcanes de los Andes proyectan algo más que su sombra sobre las tierras cafeteras colombianas. Depositan nutrientes en la tierra y establecen una determinada estructura del suelo que fomenta plantas de café más sanas, dando lugar a una taza más compleja.

Los agricultores de Colombia Organic trabajan con los dones de la naturaleza para cultivar un Arabica excepcional. Una comunidad fuerte y bien organizada, los caficultores se enorgullecen de su oficio, a la vez que piden humildemente apoyo para impulsar aún más sus prácticas de calidad y sostenibilidad.